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Carlota- Maternidad en las cárceles

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Saved by carlota martin perez
on November 22, 2013 at 7:41:00 pm
 

El porcentaje mundial de mujeres en prisión, incluidas las mantenidas en prisión preventiva, es muy reducido (entre 8 el 2% y el 9%, y de manera excepcional por encima del 10%). Dado que la gran mayoría de los reclusos son del sexo masculino, casi siempre se ignoran las necesidades especiales de las mujeres, lo que quiere decir que en la práctica son objeto de discriminación. En el entorno cerrado de la prisión, las mujeres están especialmente expuestas a sufrir agresiones tanto del personal como de los reclusos. Habida cuenta de las pocas instalaciones penitenciarias destinadas a mujeres, a menudo estas son recluidas en establecimientos alejados de sus hogares, lo cual puede limitar sus posibilidades de recibir la visita de sus familiares y provocar problemas graves tanto para ellas como para sus familias. Si no, a veces se opta por confinarlas en instalaciones anexas de las prisiones de hombres, lo que puede entrañar un riesgo todavía mayor para su seguridad. Además, es posible que las actividades de la prisión estén destinadas a satisfacer las necesidades de la mayoría de la población carcelaria, que es del sexo masculino. En las prisiones hacinadas y con poco personal disponible para supervisar a los reclusos, es posible que las mujeres tengan poco o ningún acceso a numerosas instalaciones. Las mujeres embarazadas y las madres en período de lactancia sufren problemas particulares relacionados con su condición y no deberían ser encarceladas salvo en circunstancias excepcionales. Las mujeres también se enfrentan a problemas específicos tras su puesta en libertad, puesto que el estigma de la cárcel les persigue con mucha más fuerza que a los hombres. 

 

-Los muros de las prisiones españolas custodian oficialmente a 63.828 personas de las cuales 5,048, un 7,9 %, son mujeres” Dentro del sistema penitenciario español, se acogen unos doscientos niños en periodo lactante, esto es, entre los cero y los dos años de edad, hijos de las reclusas que residen con ellas en las cárceles.

En nuestro país rige la Ley Orgánica General de Penitenciaría, en cuyo artículo 38 se reflejan las normas para la acogida de los hijos de las reclusas en las cárceles: según este artículo, los niños menores de 3 años pueden vivir en la cárcel junto con su madre, pero después deberán separarse de ellas para ir a vivir con otros familiares, o en su caso en centros de acogida. ¿ Son adecuadas las condiciones de las cárceles para el desarrollo y crecimiento de estos niños?¿ Se encuentran en el ámbito adecuado? ¿Disponen las madres de los medios necesarios para ejercer su labor como tal?

 

-La prisión es para la mujer un espacio discriminador y opresivo, particularmente  por el significado que asume el encierro. Se trata de una experiencia doblemente  estigmatizadora y dolorosa, dado el rol que la sociedad le ha asignado.  La concientización de esta situación de desigualdad, exige la adopción de 

medidas en las esferas sociales, políticas y culturales para asegurar la  equivalencia y el pleno desarrollo de la mujer en todo ámbito, incluso en el carcelario. 

 No puede desconocerse que históricamente los sistemas penitenciarios fueron desarrollados y construidos atendiendo a las características y problemáticas de la población

masculina. ¿ Están acondicionadas las cárceles españolas a las características y probelmas de la población femenina presa?

 

 

-MADRID.- Pablo* tiene un año y medio y unos ojos grises enormes. Mira serio a María, que intenta sin éxito hacerle sonreír. Permanece impasible a las carantoñas. No tuerce el gesto. Ni para reír ni para llorar. Su vida transcurre entre los muros de la cárcel de Aranjuez, donde vive junto a su madre presa. Parece más adulto que la mayoría de los adultos que le rodean.

La mirada de Alba también inquieta. No conoce otra vida que la que hay en prisión. Tiene un año y medio y ha nacido dentro. Hasta hace unos meses compartía celda con su hermana Jessica. Ahora ella está fuera porque ha sobrepasado el límite de tres años que fija la ley para que los niños permanezcan junto a sus progenitoras. Tras su tercer cumpleaños, Jessica salió del centro penitenciario para seguir creciendo en un centro de acogida.

En algunos casos existen familiares 'naturales' que se hagan cargo de estos niños que comienzan a vivir en la cárcel. Pero son excepciones, la mayoría termina en el seno de familias de acogida.

Pablo, Alba y Jessica son tres de los 156 menores que viven actualmente en centros penitenciarios españoles. Sus madres deben cumplir condena y han elegido que ellos les acompañen. Algunos han nacido en libertad; otros, dentro del centro porque dio la casualidad de que la interna estaba embarazada cuando ingresó. En ocasiones el destino ha sido forzado. Las madres presas tienen condiciones más suaves que las que cumplen condena en los módulos comunes, por lo que es habitual que aprovechen los 'vis a vis' para concebir hijos.

"¿Qué es más cruel, qué crezcan dentro de la cárcel o que lo hagan fuera pero sin sus madres?", se pregunta Daniel de la Rosa, coordinador de la ONG Horizontes sin Fronteras, que cada fin de semana acude a las cárceles españolas para sacarles a que disfruten de unas horas de aire libre. Lleva seis años trabajando con ellos y sus madres en el penal de Aranjuez. Conoce bien cuál es el precio de comenzar a desarrollarse bajo la limitación del espacio.

En Aranjuez viven actualmente unos 20 menores de tres años. Algunos están en el módulo F1, el único de toda España destinado a familias, junto a su padre y su madre. Otros carecen de figura paterna y viven sólo con sus madres en el F2. Su día a día es bien distinto del de la mayoría de los niños de su edad.

Once de ellos, los más afortunados, han conseguido plaza en una de las guarderías públicas de la Comunidad de Madrid y abandonan cada día la cárcel para ir a clase. El resto tiene que conformarse con el centro infantil de la prisión. Gloria Bernal, responsable de la ONG, explica que los más pequeños permanecen en el centro mientras que los que tienen de dos a tres años salen a la guardería. Pero no todos, "algunas madres no quieren que vayan". 

Esos niños tienen que pasar las mañanas allí, "con juguetes limitados, sin hierros, sin pilas", mientras sus madres desempeñan las tareas que tienen asignadas. Por la tarde permanecen en la celda junto a ellas. Sus juguetes no son los mismos y tampoco lo es su campo de juego, que se reduce al patio de la prisión.

Las consecuencias del encierro

Los niños pagan las consecuencias de este encierro. "Su desarrollo es más lento y su proceso de aprendizaje más tardío. Comienzan a hablar más tarde porque en la cárcel están siempre sometidos a los mismos estímulos y tienen un vocabulario reducido", cuenta Daniel.

Su capacidad visual es también menor, porque su perspectiva se reduce a 'intramuros' y su capacidad de reacción se resiente: "Tocan siempre las mismas cosas; oyen siempre lo mismo, ven siempre lo mismo". "Al final terminan siendo conscientes de que viven en una cárcel. Cuando salen están obsesionados con las puertas. Lo de abrir y cerrar es algo desconocido para ellos", cuenta Gloria. Son niños solitarios, independientes, que no intentan llamar la atención. Más bien al contrario

 

NOTICIA DE UN ARTÍCULO DEL PAÍS: `LA DOBLE CONDENA DE LAS MUJERES PRESAS EN ESPAÑA´

     María está en la treintena, condenada por tráfico de drogas. Le han caído entre tres y ocho años, que cumple lejos de su ciudad. En la casa familiar ha dejado a varias personas que dependen de ella, y eso le produce incertidumbre, angustia y culpabilidad. Aunque ella también es dependiente, emocionalmente, de su pareja, que alguna vez le ha pegado o violado. Como si no fuese bastante, sus condiciones en la cárcel también la discriminan. Por ser minoría no tiene acceso a los mismos derechos y recursos materiales que sus compañeros varones. Hasta en la cárcel María arrastra desigualdades como las que ayudaron a ponerla en la senda del delito.

     María no es nadie en concreto, cumple el perfil de las reclusas en las cárceles españolas. Representan un 8,5% del total de presos y sufren desigualdades materiales y asistenciales. Barreras que ponen aún más difícil su promoción dentro de las prisiones y su preparación para un mundo que hasta ahora les ha sido hostil. Por ello y en la línea de las políticas de Igualdad, Instituciones Penitenciarias ha lanzado el programa de acciones para la igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito penitenciario, que pretende atacar estas situaciones y atender a las mujeres según sus necesidades. "A veces ellas no son culpables sino víctimas; queremos conseguir que recompongan su vida, abordar los problemas que ya tenían antes de entrar, la drogodependencia, la falta de formación y sus problemas de salud, para que cuando salgan se reincorporen en mejores condiciones que cuando llegaron", ha explicado Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias.

     Las medidas buscan promover la igualdad de oportunidades y tener en cuenta el perfil de las presas, cuyos delitos son, en general, menores y de poca peligrosidad. Así, una de las actuaciones más importantes será "propiciar una generosa aplicación de medidas capaces de acortar la duración del encarcelamiento efectivo y la temprana reincorporación a sus responsabilidades familiares y laborales" de las mujeres con "perfiles de menor peligrosidad", como las llamadas mulas, que normalmente transportan drogas para solventar una mala situación económica y que se enfrentan a elevadas penas, por encima de los ocho años. Este aspecto será tenido en cuenta especialmente en lo que se refiere a las madres cuyos hijos "cumplen también condena", según Gallizo.

     Se establecerá un programa de "guía y tutela personal" con implicación en los logros de las reclusas en todos los ámbitos (autonomía, educación, promoción de la salud...) y se creará en cada establecimiento penitenciario con mujeres un programa específico de asistencia médica, social y psicológica. En general, se trata de crear nuevas infraestructuras y acondicionar las ya existentes para superar la discriminación "a la hora de acceder a los servicios y gozar del mismo bienestar del que se han visto privadas, sobre todo en los centros mixtos, donde han venido ocupando los peores módulos", ha señalado Gallizo. El proyecto incluye un plan contra la violencia de género, ya que más del 80% de las presas han sufrido abusos o malos tratos.

     El proyecto empezará a desarrollarse bajo la tutela de una Comisión Técnica, formada por profesionales de diversos ámbitos, que tendrán que promover las iniciativas y servir de "voz crítica", en palabras de Gallizo, para controlar su efectividad,

 

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