Salud mental


Repartidos en los 68 centros penitenciarios de la geografía española las estadísticas muestran que hay un 42.2% de población presa  que 

padece alguna enfermedad mental. De estos, un 11% presenta psicosis (enfermedad mental grave). Todos ellos deben compartir su vida, además de con la carga que supone el estar encerrados en una institución carcelaria, con el estigma existente sobre los enfermos mentales (desconfianza, miedo, rechazo…). A esto hay que añadir el hecho de que en ocasiones, como dice el título del documental de Fernando Guillén Cuervo, ese no es su sitio, están “fuera de lugar” debido a que muchas veces el diagnóstico psicológico se realiza tras la sentencia judicial, por lo que este no es tenido en cuenta, cerrando las puertas a otras opciones que refleja el Código Penal, como son someter a la persona a un tratamiento ambulatorio o a un internamiento psiquiátrico involuntario en una institución apropiada por un periodo que no supere la pena correspondiente a dicho delito.

 

 


A pesar de todo, y teniendo siempre en mente que un penal no es una institución sanitaria y que lo primero es ubicar a cada persona en el lugar adecuado, en prisión se poseen varios medios y sistemas para otorgar un tratamiento acorde a los distintos trastornos y ayudar a los enfermos.

 

Tratamiento

 

Desde 2009 existe el llamado PAIEM (Protocolo de Atención Integral a Enfermos Mentales) que marca los pasos a seguir ante la detección de un trastorno mental en los centros penitenciarios españoles. Este divide a los enfermos mentales en tres niveles, según el tratamiento que requieran:

 

Este protocolo también proporciona a los profesionales una serie de documentos a rellenar para una mejor administración del caso y especifica que el equipo que atienda a los internos con enfermedades mentales debe estar formado, al menos, de personal sanitario (médico, enfermero y, recomendablemente, psiquiátrico), psicólogo, educador y trabajador social, que se podrá complementar con la ayuda de monitores ocupacionales, juristas, profesionales de asociaciones u ONGs, etc.

PAIEM también marca unos límites a la hora de acoger enfermos dentro de sus programas, quedando excluidos deficientes mentales (que irán a los programas para deficientes) y drogodependientes (que irán a los programas para drogodependientes, explicados más adelante).

Algunos de los programas relacionados con la salud mental que ofrecen las instituciones penitenciarias son:

  • Ingreso en uno de los dos hospitales psiquiátricos con la posibilidad de mantener las medidas de seguridad necesaria para un proceso penal que existen en España y se encuentran en Sevilla y Alicante. La entrada en estos centros se realiza con una autorización judicial. Una vez allí, el interno deja de clasificarse en grados y es considerado como paciente por su patología psiquiátrica y el criterio a seguir será siempre el facultativo especializado (a la izquierda, el hospital psiquiátrico de Sevilla, a la derecha, el de Alicante).

           

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

  • Cambio a uno de los módulos o unidades que existen en muchos centros penitenciarios y funcionan como comunidades terapéuticas donde se practican actividades y programas de tratamiento que buscan abordar varios aspectos relacionados con la conducta delictiva para ayudar a controlarlos y superarlos.
  • Realización de tareas en un lugar donde los profesionales posean los medios necesarios para seguir las terapias correspondientes para los distintos tratamientos. Estos se pueden encontrar dentro de cada módulo (intervención ambulatoria) o estar centralizado en una zona concreta (centro de día).
  • Proporcionar la ayuda de uno de los internos de apoyo.

 

 

 

Sobre el tipo de enfermos mentales que podemos encontrar en las cárceles españolas se realizaron dos estudios. El primero se hizo en 2006, a partir de 1.000 historias clínicas de internos elegidas de forma aleatoria entre todas las prisiones del país.

El otro fue un estudio epidemiológico que se realizó en 2009 sobre una muestra de 707 internos utilizando entrevistadores específicamente entrenados. Los resultados han sido muy similares en ambos trabajos, en el último se obtuvieron antecedentes de trastorno mental común en el 84.4% de los internos, trastornos por abuso o dependencia a drogas en el 76.2%. En el momento de la entrevista un 41.2% de los internos presento algún tipo de trastorno mental (trastorno de ansiedad el 23.3%, abuso o dependencia a drogas el 17.5%, trastorno afectivo, generalmente depresivo, el 14.9% y trastorno psicótico el 4.2%). La respuesta a esta situación que la administración penitenciaria en España puso en marcha se concentró en el Protocolo de actuación del PAIEM mencionado anteriormente.

 

 

Por último, no debemos olvidar que las personas que están en prisión forman parte de la sociedad y que el éxito en su rehabilitación garantizará la reducción del riesgo de reincidencia de sus comportamientos antisociales. En la medida en la que estos comportamientos tengan relación con un trastorno mental, el adecuado tratamiento de este evitará aquella. La organización del tratamiento de los trastornos mentales en prisión debe poder garantizar su equivalencia y continuidad con el recibido para la misma enfermedad en la comunidad por las vías convenientes.

En esta línea de lograr una mayor rehabilitación (aunque no están tan relacionados con el tratamiento de enfermedades concretas como con la salud mental de los internos tanto durante su internamiento como en la futura vuelta a la sociedad) existen los llamados módulos de respeto, que son módulos normales en los que los internos asumen un modo de vida corresponsable, implicándose en la evolución regimental y tratamental del módulo en que viven. Los propios internos se integran en comisiones de trabajo al servicio de los demás y se implican en servicios de mediación, cultura, deporte, actividades, etc. No se trata de un sistema de autogestión, sino de un sistema de corresponsabilidad que les prepara y capacita para profundizar en las vías de resocialización.

 

 

 

Como se deduce de toda la información anterior, podemos darnos cuenta de que la salud mental es un punto crucial dentro de prisión. De hecho, las cifras de los más recientes estudios epidemiológicos de trastornos señalan que, con tasas que comparadas con la población general, entre la interna se duplican los trastornos mentales comunes y se cuadriplican los trastornos mentales graves.

Por ello, la OMS, la ONU, la Unión Europea y el Ministerio de Sanidad de nuestro país han editado recomendaciones generales para coordinar los esfuerzos de las instituciones sanitarias públicas de manera que se garanticen en prisión las mismas oportunidades de tratamiento que tienen los enfermos mentales fuera de los centros penitenciarios. Aún queda camino por recorrer para lograr ese objetivo, pero poco a poco las condiciones de los enfermos mentales en prisión va mejorando.

 

Las fuentes utilizadas para la creación de esta página son:

-Páginas web:

http://www.elconfidencial.com/sociedad/2013/07/07/enfermos-mentales-invisibles-tras-las-rejas-124423/

http://www.institucionpenitenciaria.es/web/portal/index.html

http://elpais.com/elpais/2013/02/03/eps/1359918792_007462.html 

-Archivos:

Estrategias asistenciales de los problemas de salud mental en el medio penitenciario del Ministerio del Interior de España

Estrategia global de actuación en salud mental del Ministerio del Interior de España

Protocolo PAIEM de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias

Guía de atención primaria de la salud mental en prisión de OMEditorial

Guía de atención y tratamientos en prisión por el uso de drogas de OMEditorial